martes, 23 de agosto de 2011

1906 El delirio y los sueños en la Gradiva de Jensen. A.E. Tomo IX, pág. 30

La tentación de San Antonio, Felicien Rops

Con notable regularidad, semejante a la de una ley, cabe esperar ese retorno de lo reprimido cuando es el sentir erótico de una persona el que adhiere a las impresiones reprimidas, cuando es su vida amorosa la afectada por la represión. Se verifica en ese caso el viejo adagio latino, quizá no acuñado originariamente para referirse a conflictos internos, sino a la expulsión {Austreibung} por medio de influjos externos: «Naturam furca expellas, semper redibit». Pero este adagio no lo dice todo, sólo anoticia el hecho del retorno de ese fragmento de naturaleza reprimida, y no describe la modalidad en extremo notable de tal retorno, que se consuma como en virtud de una pérfida traición. justamente aquello que se escogió como instrumento de la represión -al modo de la furca del adagio- pasa a ser el portador de lo que retorna; dentro de lo represor y a sus espaldas se impone al fin, triunfante, lo reprimido. Un conocido aguafuerte de Félicien Rops ilustra, con mayor evidencia de la que podrían ofrecer una suma de explicaciones,este hecho en que se repara poco y sin embargo demanda ser apreciado. Lo hace, por añadidura, en el arquetípico caso de la represión en la vida del santo y penitente. Un monje asceta se ha refugiado -sin duda de las tentaciones del mundo- en la imagen del Redentor crucificado. Y hete aquí que la cruz se esfuma como una sombra, y en su lugar, en sustitución de ella, se eleva radiante la imagen de una voluptuosa mujer desnuda en la misma postura de crucifixión. Otros pintores de menor perspicacia psicológica han mostrado, en tales figuraciones de la tentación, impúdicos y triunfantes los pecados en algún sitio junto al Redentor crucificado; sólo Rops les hizo ocupar el lugar mismo del Redentor en la cruz, como si hubiera sabido que lo reprimido, en su retorno, sale a la luz desde lo represor mismo.

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