miércoles, 24 de agosto de 2011

1910 - Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci


Si un ensayo biográfico ha de penetrar efectivamente en la inteligencia de la vida anímica de su héroe, no debe silenciar, como lo hacen la mayoría de los biógrafos por discreción o gazmoñería, el quehacer sexual, la peculiaridad sexual del indagado. Es poco lo que se sabe sobre Leonardo en esa materia, pero esos escasos datos son significativos. En una época que asistía al combate entre la sensualidad más desenfrenada y un seco ascetismo, Leonardo era un ejemplo de una fría desautorización de lo sexual que no esperaríamos en el artista y figurador de la belleza femenina. Solmi cita de él la siguiente frase, que caracteriza su frigidez: «El acto del coito y todo lo que se le relaciona es repelente, de suerte que los hombres se extinguirían pronto de no existir una costumbre trasmitida de antiguo y no hubiera rostros bonitos y disposiciones sensuales». Los escritos que nos ha legado, y que no sólo tratan sobre los máximos problemas científicos sino que contienen nimiedades que nos parecen casi indignas de un genio tan grande (una historia alegórica de la naturaleza, fábulas de animales, chascarrillos, profecías, son castos -uno diría: abstinentes- hasta un punto tal que hoy asombraría en una obra literaria. Evitan todo lo sexual de manera tan decidida que pareciera que Eros, que conserva todo lo vivo, no fuese un material digno del esfuerzo de saber {Wissensdrang} del investigador. Es notorio cuán a menudo grandes artistas se complacen en desfogar su fantasía en figuraciones eróticas y aun burdamente obscenas; de Leonardo, en cambio, sólo poseemos algunos dibujos anatómicos sobre los genitales internos de la mujer, la ubicación del feto en el seno materno, etc.
Acto Sexual, Leonardo Da Vinci. Quaderni d'Anatomia

Acto Sexual (detalle), Leonardo Da Vinci. Quaderni d'Anatomia


Nota agregada en 1919. Algunos notables errores pueden discernirse en un dibujo de Leonardo que figura el acto sexual en un corte anatómico sagital, y que por cierto no puede llamarse obsceno. Fueron descubiertos por Reitler (1917) y examinados por él teniendo en cuenta la caracterización de Leonardo que aquí ofrecemos: «Y esta hipertrófica pulsión de investigar ha fracasado por completo justamente en la figuración del acto de procreación -desde luego, sólo a consecuencia de su todavía mayor represión de lo sexual- El cuerpo masculino es dibujado en toda su figura, el femenino sólo en parte. Si a un observador desprevenido se le presentase el dibujo que aquí se reproduce cubriendo todas las partes situadas debajo de la cabeza, de manera que sólo se viese esta, con seguridad la tendría por una cabeza de mujer. Tanto los rizos de la frente como los que caen ondulantes por la espalda hasta la cuarta o quinta vértebra dorsal la caracterizan terminantemente como más femenina que viril.» El pecho femenino muestra dos defectos; el primero, en verdad, atañe al aspecto artístico, pues su contorno ofrece la visión de un pecho flojo, que cuelga de una manera no bella; el segundo, al anatómico, pues el investigador Leonardo estaba impedido, sin duda por su defensa contra lo sexual, de mirar siquiera una vez con precisión los pezones de una mujer durante la lactancia. De hacerlo, habría debido notar que la leche afluye por diversas vías de descarga, separadas entre sí. Leonardo, en cambio, dibujó un canal único que desciende muy adentro en el vientre, y que probablemente, en su opinión, extrajera la leche de lacisterna chyli y acaso se conectara también de algún modo con los órganos sexuales. Debe tenerse en cuenta, es cierto, que el estudio de los órganos internos del cuerpo humano se hallaba en extremo obstaculizado en aquella época, porque la disección de cadáveres se consideraba una profanación y se penaba muy severamente. Por eso es muy dudoso que Leonardo, quien disponía de escasísimo material de disección, supiera algo sobre la existencia de un reservorio de linfa en la cavidad abdominal, a pesar de que en su dibujo figuró una cavidad que cabe interpretar así. Ahora bien, que hiciera llegar el conducto lactífero todavía más atrás, hasta alcanzar los órganos sexuales internos, nos lleva a conjeturar que intentaba figurar la coincidencia entre el comienzo de la secreción de leche y el final del embarazo también mediante unos nexos anatómicos visibles. Pero si de buen grado disculpamos, por las circunstancias de la época, los defectuosos conocimientos del artista en materia de anatomía, es llamativo que Leonardo haya tratado con tanto descuido justamente los genitales femeninos. En efecto, se pueden discernir la vagina y un esbozo de la portio uteri, pero el útero mismo está dibujado con líneas en extremo confusas. En cambio, Leonardo ha figurado mucho más correctamente los genitales masculinos. Por ejemplo, no se contentó con dibujar los testículos, sino que también incluyó en su esbozo el epidídimo, representado con exactitud.» En extremo llamativa es la posición en que Leonardo hace consumar el coito. Hay imágenes y dibujos de artistas sobresalientes que figuran el coitus a tergo, a latere, etc., pero ante un acto sexual realizado de pie no podemos menos que conjeturar, como causa de esta figuración solitaria, casi grotesca, una represión de lo sexual de muy particular intensidad. Cuando uno quiere gozar suele buscar la mayor comodidad posible. Esto es válido, desde luego, para las dos pulsiones primordiales: el hambre y el amor. La mayoría de los pueblos de la Antigüedad adoptaban una postura yacente para comer, y hoy lo normal es yacer con igual comodidad para el coito como lo hicieron nuestros antepasados. Mediante la posición yacente se expresa, por así decir, la voluntad de permanecer largo tiempo dentro de la situación deseada.» También los rasgos del rostro en la cabeza afeminada del varón muestran una defensa que es una franca aversión.
La vista se aparta con una expresión de horror, las cejas están fruncidas, los labios apretados y sus comisuras dirigidas hacia abajo. Ese rostro no deja verdaderamente traslucir ni el placer de la brega amorosani la beatitud del dejarse ir; sólo expresa disgusto y horror.» Empero, Leonardo ha cometido su más grosera operación fallida en el dibujo de las dos extremidades inferiores. El pie del hombre, en efecto, debía ser el derecho, pues Leonardo figuraba el' acto de procreación en un corte anatómico sagital; entonces, el pie izquierdo del varón debía imaginarse situado en el lado omitido de la figura, y a la inversa, y por igual razón, el pie de la mujer debía corresponder al lado izquierdo. Ahora bien, Leonardo ha permutado de hecho lo masculino y lo femenino. La figura del hombre posee un pie izquierdo, la de la mujer un pie derecho. Para advertir esta permutación, lo más fácil es recordar que el dedo gordo se halla del lado interior del pie.» Por este solo dibujo anatómico se habría podido descubrir la represión libidinal que sumía en la confusión o poco menos al gran artista e investigador».
Bosquejo anatómico, litografía. Wehrt

Agregado en 1923: Es verdad que a esta exposición de ReitIer se le ha criticado que no es admisible extraer conclusiones tan serias de un dibujo hecho al pasar, y ni siquiera es seguro que las partes correspondan realmente al mismo dibujo. 


N. del editor de Standard Edition: El bosquejo anatómico que aquí se reproduce, y que Reitler (y consecuentemente Freud) consideró original de Leonardo, es en verdad, según se ha demostrado luego, reproducción de una litografía de Wehrt publicada en 1830 y que a su vez era copia de un grabado de Bartolozzi publicado en 1812. Este último agregó al bosquejo los pies, que Leonardo no había dibujado, y por su parte Wehrt trasformó la expresión calma y neutral del semblante, tal como aparece en el original, en un rostro ceñudo. El boceto original se encuentra en Quaderni d'Anatomia, Royal Library, Windsor Castle.


No hay comentarios:

Publicar un comentario