martes, 23 de agosto de 2011

1901 - Psicopatología de la Vida Cotidiana


En los últimos años, desde que recopilo estas observaciones, me ha ocurrido todavía algunas veces quebrar o hacer añicos objetos de cierto valor; y la indagación de estos casos me ha convencido de que ninguno fue fruto del azar o de una torpeza mía carente de propósito.
Así, cierta mañana que estaba vestido con traje ¿e baño, cubiertos los pies con unas pantuflas de paja, pasaba yo por una habitación y, obedeciendo a un impulso repentino, catapulté una de las pantuflas contra la pared, de suerte que eché abajo de su consola a una pequeña y linda Venus de mármol. Mientras se hacía pedazos, cité, con total despreocupación, los versos de Busch:
« i Ah! La Venus de Médici-¡cataplúm!- está perdida». 
Este loco obrar y mi indiferencia ante el daño se aclaran por la situación de ese momento.
Teníamos en la familia una enferma grave, de cuyo restablecimiento yo desesperaba ya entre mí. Aquella mañana me enteré de una gran mejoría; yo sé que me dije a mí mismo: «Entonces vivirá». Y el ataque de furia destructiva sirvió para expresar un talante de agradecimiento al destino y me permitió consumar una «acción sacrificial», como si yo hubiera hecho la promesa de ofrendar tal o cual objeto si ella sanaba. Y que eligiera para esa ofrenda a la Venus de Médici no quería ser otra cosa que un homenaje galante a la que convalecía. Pero tampoco esta vez pude entender mi decisión súbita, mi acierto tan diestro, y que no hubiera alcanzado a ningún otro de los objetos que tan próximos estaban.

 Cuadro de la historieta satírica, escrita en verso, Die Fromme Helene, por el caricaturista, pintor y poeta alemán, Wilhelm Busch

No hay comentarios:

Publicar un comentario